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    Hay que romper el ciclo de flujo restringido

    Desde empresas pequeñas hasta el Gobierno Nacional, la situación de liquidez (o falta de ella) en la economía actual está teniendo impactos importantes en las diferentes cadenas del ciclo de efectivo.

    Repasemos la historia reciente: desde el 2000 hasta el 2014, Panamá vivió un período de crecimiento promedio de 6.3% combinado, siendo entre el 2004 hasta el 2014 el de mayor expansión con un 7.76%. A niveles absolutos, el PIB creció de $14.1 mil millones en 2000 hasta $34.4 mil millones durante estos 15 años de historia, logrando posicionar al país como uno de los referentes en crecimiento en la región, una economía estable y atractiva para la inversión. Este nivel de expansión generaba un optimismo general de la economía, aunada a tasas bancarias bajas que permitían acceso muy económico a flujos para mantener el crecimiento.

    Pero la historia cambia en los últimos cuatro años hasta el 2018, donde la tasa de crecimiento promedio se reduce a 4.92%, con decrecimientos año a año. Las razones de este decrecimiento son variadas, desde el riesgo reputacional de los mal llamados “Panama Papers”, frenando la inversión extranjera, hasta la baja ejecución de proyectos de infraestructura, falta o atraso de pago de deuda interna del Gobierno Nacional a proveedores locales, crisis de crédito mundial, nuevas regulaciones bancarias y muchas más que ya han sido ampliamente abordadas por expertos.

    El problema se agrava cuando las empresas locales de todos los tamaños se apalancaron en exceso durante el período de expansión, basado en el optimismo del ritmo de crecimiento sostenido sin precedentes en la historia del país, que en adición venía con tarifas de financiamiento muy competitivas. Cualquier empresa con un plan de negocios podía tener acceso a crédito de múltiples participantes de la plaza, desde bonos e instrumentos financieros hasta líneas de corto y largo plazo. Pero al momento de entrar en el período de desaceleración, muchas de ellas se encontraron en situaciones de flujos disminuidos, requiriendo en un principio un mayor apalancamiento para pasar la tormenta.

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    El tema real es que es un problema sistémico y cíclico: tanto los proveedores como los clientes están pasando por falta de liquidez, y sufren la misma presión de repago de sus financiamientos por parte de los emisores de deuda. Esto obliga a las empresas a reducir su tamaño o actividad comercial para adaptarse a su nueva realidad, también reduciendo el tamaño de mercado disponible y aumentando significativamente la presión competitiva de sus mercados.

    Desde empresas de retail hasta constructoras, bancos y producción industrial, la baja sustancial en la actividad económica descarrila los planes de negocios y administración de flujos para empresas altamente apalancadas, que han optado por compensar parte de su flujo con el crédito de proveedores.  Esta acción disminuye aún más el flujo disponible y afecta a los proveedores con menor capacidad, lo que hace que se reduzcan en su actividad, generen desempleo, y continúa el ciclo decreciente. Esto también afecta los ingresos institucionales, dado que las empresas no generan lo suficiente en tasas impositivas por la baja actividad, y su prioridad no está en el pago de impuestos, sino en mantener a flote su operación, solicitando entonces moratorias y arreglos de pago.

    Romper el ciclo no va a venir únicamente por parte de iniciativas institucionales o el repago de deuda interna del Gobierno Central, puesto que esto sólo alivia la presión a un segmento de empresas específicas, pero que por su tamaño dinamizan en algo el ciclo de efectivo. Las entidades bancarias van a estar forzadas a restructurar o refinanciar un porcentaje importante de su cartera comercial, reduciendo notablemente sus rendimientos, o en el peor de los casos, ejecutar las garantías de esos préstamos por insolvencia para los casos más críticos. Otra salida va a venir por inversionistas extranjeros, como hemos estado viendo últimamente, quienes aprovechan la oportunidad para entrar al mercado panameño adquiriendo empresas a precios descontados.

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    Evidentemente, no todas las empresas estarían en capacidad de tener acceso a una restructuración financiera, a flujos institucionales o a inversionistas. Para una porción importante de ese segmento de empresas, las soluciones a corto y mediano plazo deberán venir por acuerdos o alianzas comerciales con sus proveedores más importantes, ejecutando y cumpliendo arreglos de pago con los menos importantes, y siendo creativos con sus restructuraciones internas, tanto a nivel de capacidad interna como en la composición de sus líneas de negocios. Analizar y tomar decisiones con rapidez, enfocarse en eficiencias y rentabilidad, y buscar sinergias con aliados se debe convertir en una disciplina vital para la supervivencia de estas empresas.

    Para esto es imprescindible contar con una planificación real de su situación, teniendo visibilidad de sus acciones, y priorizando las actividades más importantes que liberen la presión. Teniendo un plan viable en mente, realizar alianzas que produzcan sinergias y medir disciplinadamente el desempeño va a hacer la diferencia, teniendo en cuenta que la economía va a mejorar en la medida en que sus participantes tomen acciones, no dependientes de iniciativas externas.

    Fausto Fernandez

    Managing Partner

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